miércoles, 11 de diciembre de 2013

El acebo y el muérdago

El acebo

Es un arbusto de hoja perenne, que en ocasiones puede alcanzar una altura de 25 metros, con forma arbórea, y también puede vivir unos quinientos años. Le gusta vivir en lo hayedos y lugares sombreados. Está protegido en nuestro país por la gran explotación que se hizo al ser utilizado como adorno navideño. Fructifica en invierno, con las características bolitas rojas, esto lo convierte en una buena fuente alimentaria para diversos animales de bosque, no así para los humanos, pues tiene efecto purgante, y ese fue su uso antiguamente.
Las hojas que nacen al principio, cuando la planta es joven y de poca altura, son duras y acabadas en unas puntas espinosas, que las hacen poco apetecibles para los herbívoros. Luego, cuando alcanza alturas entre dos y más metros, sus hojas dejan de tener estas espinas, y parecen hojas de otra especie.
Su energía está relacionada con el amor, como intuyó el gran sanador, el Doctor Edward Bach. Las flores que pertenecen a este arbusto, son utilizadas en la terapia de Bach para contrarrestar el odio, la envidia, los celos, ira, y la sensación de fuerte aislamiento. Esta planta está imbuida de un halo amoroso, y quizás sea eso lo que la hace tan atrayente para adornar nuestros hogares en las fiestas más amorosas del año.

 
El muérdago
Esta planta es una de las más apreciadas en todas las casas cuando llega la Navidad. Es una planta parásita que acostumbra a ponerse en la ramas de los robles, aunque también puede vérsela en otros como pinos, fresnos, …
Esta planta es una planta sagrada en Europa, se la considera la más poderosa por la tradición druida de los celtas (adoradores de árboles) al estar asociada al roble. Los lugares donde hay robles son lugares especiales de poder, sagrado o maldito, según el interlocutor. El muérdago es un aliado del roble para luchar contra “el cáncer” de los árboles.
El muérdago hay que regalarlo, ya que es sanador y limpiador. Se cuelga boca abajo, que es su postura natural, en el lugar de la casa que más pueda ejercer su trabajo limpiador y sanador de energías negativas. Si la vaya se seca y sigue en la planta, ha hecho su labor, si se cae no lo ha hecho.
Cuando ya está seco, se entierra para que sirva de abono y trasmute la negatividad acumulada.