sábado, 31 de agosto de 2013

EL ROBLE

Cuando pensamos en el roble, lo que asocia nuestro pensamiento a esa palabra, siempre son imágenes, ideas o sensaciones de fuerza, poder, resistencia. En nuestro inconsciente colectivo, en Europa, esas son las propiedades asociadas a este árbol. Desde tiempos inmemoriales, y en forma más reciente en la época de los druidas, curanderos y sabios de la cultura celta, estas son las virtudes y atributos más característicos de esta especie. 
Este árbol no es muy abundante en España, salvo en lugares del norte, donde un clima frío y húmedo, ayuda a su propagación en bosques llamados robredos o robledales. Todo y así, en otras zonas más centrales e incluso mediterráneas, si las condiciones climáticas y de suelo se lo permiten, forma pequeños grupos o se dispersa entre otras especies afines, como la encina.
Es un árbol de hoja caduca, muy característica, ondulada, de fácil reconocimiento, aunque haya distintos tipos de árboles de esta especie. Cuando es atacado por insectos que gustan vivir en sus hojas o en su tronco, produce protuberancias, las del tronco pueden ser bastante grandes, que envuelven al insecto, y que permite que este viva, pero no puede introducirse en el interior del árbol. Las excreciones que produce en las hojas ante el ataque de estos bichos, son tan elaboradas y creativas, que en ocasiones pueden hacernos pensar que se trata de un fruto del árbol, pero no nos engañemos, su fruto son las bellotas, como su congénere la encina, en general más pequeñas y menos sabrosas para los animales.

Su madera es dura y apreciada en carpintería, pero al ser un árbol de crecimiento lento, no se le cultiva para este menester. Puede alcanzar los 40 metros de altura, y llegar a su madurez hacia los 200 años, aunque fácilmente puede vivir entre 600 y 800 años, y se sabe de algún tipo centroeuropeo que ha llegado a los 1600 años.
Sea por su forma, o por su composición, no es extraño verlos “tocados” por el rayo, pues los atraen, así que si una tormenta te sorprende dentro del bosque, evita la cercanía de roble.
Era uno de los árboles sagrados de la cultura celta, y reminiscencia de ello, tenemos el árbol de Guernica, bajo cuyas ramas, como bajo las ramas de muchos otros miles de robles, a lo largo y ancho de Europa, se celebraban las reuniones comunitarias, para tomar decisiones que afectaban al pueblo.
Es un árbol muy hospitalario, equiparable a su amiga la encina, pues en sus ramas y bajo ellas, se cobijan o viven múltiples tipos de animales y vegetales. Sostiene todo un ecosistema a su alrededor.
Existe una flor de Bach que procede del Roble, Quercus robur, muy adecuado para personas que, como el roble, no desfallecen y son el apoyo de todo el mundo, lo que los obliga a un trabajo constante y agotador, aunque nunca se rinden. La toma de esta esencia, proporciona energía, pero también discernimiento para evitar seguir aceptando todo trabajo como obligación.
Si descansáis apoyados sobre su tronco, recibiréis su ayuda energética incondicional, pues como se ha dicho anteriormente, es un árbol acogedor. También os tocará un poquito de su sabiduría si habéis elegido un ejemplar longevo, con cientos de años de vida en su haber.

Enlace con información sobre el Roure d'en Giol (Catalunya)
 
En este enlace se puede ver un video para conocer robles centenarios de Navarra 



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Setas y sitios
 
 

 
Roble en La Nou de Berguedà (Catalunya)