Cuando pensamos en el roble, lo que asocia nuestro
pensamiento a esa palabra, siempre son imágenes, ideas o sensaciones de fuerza,
poder, resistencia. En nuestro inconsciente colectivo, en Europa, esas son las
propiedades asociadas a este árbol. Desde tiempos inmemoriales, y en forma más
reciente en la época de los druidas, curanderos y sabios de la cultura celta,
estas son las virtudes y atributos más característicos de esta especie.
Este árbol no es muy abundante en España, salvo en lugares
del norte, donde un clima frío y húmedo, ayuda a su propagación en bosques
llamados robredos o robledales. Todo y así, en otras zonas más centrales e
incluso mediterráneas, si las condiciones climáticas y de suelo se lo permiten,
forma pequeños grupos o se dispersa entre otras especies afines, como la
encina.
Es un árbol de hoja caduca, muy característica, ondulada, de
fácil reconocimiento, aunque haya distintos tipos de árboles de esta especie. Cuando
es atacado por insectos que gustan vivir en sus hojas o en su tronco, produce
protuberancias, las del tronco pueden ser bastante grandes, que envuelven al
insecto, y que permite que este viva, pero no puede introducirse en el interior
del árbol. Las excreciones que produce en las hojas ante el ataque de estos
bichos, son tan elaboradas y creativas, que en ocasiones pueden hacernos pensar
que se trata de un fruto del árbol, pero no nos engañemos, su fruto son las
bellotas, como su congénere la encina, en general más pequeñas y menos sabrosas
para los animales.
Su madera es dura y apreciada en carpintería, pero al ser un
árbol de crecimiento lento, no se le cultiva para este menester. Puede alcanzar
los 40 metros de altura, y llegar a su madurez hacia los 200 años, aunque
fácilmente puede vivir entre 600 y 800 años, y se sabe de algún tipo
centroeuropeo que ha llegado a los 1600 años.
Sea por su forma, o por su composición, no es extraño verlos
“tocados” por el rayo, pues los atraen, así que si una tormenta te sorprende
dentro del bosque, evita la cercanía de roble.
Era uno de los árboles sagrados de la cultura celta, y
reminiscencia de ello, tenemos el árbol de Guernica, bajo cuyas ramas, como
bajo las ramas de muchos otros miles de robles, a lo largo y ancho de Europa,
se celebraban las reuniones comunitarias, para tomar decisiones que afectaban
al pueblo.
Es un árbol muy hospitalario, equiparable a su amiga la
encina, pues en sus ramas y bajo ellas, se cobijan o viven múltiples tipos de
animales y vegetales. Sostiene todo un ecosistema a su alrededor.
Existe una flor de Bach que procede del Roble, Quercus
robur, muy adecuado para personas que, como el roble, no desfallecen y son el
apoyo de todo el mundo, lo que los obliga a un trabajo constante y agotador, aunque
nunca se rinden. La toma de esta esencia, proporciona energía, pero también
discernimiento para evitar seguir aceptando todo trabajo como obligación.
Si descansáis apoyados sobre su tronco, recibiréis su ayuda
energética incondicional, pues como se ha dicho anteriormente, es un árbol
acogedor. También os tocará un poquito de su sabiduría si habéis elegido un
ejemplar longevo, con cientos de años de vida en su haber.
En este enlace se puede ver un video para conocer robles centenarios de Navarra